Te despiertas con prisa. Realmente no es así, es una consecuencia de los 23 minutos que has estado apagando una y otra vez la alarma del móvil. Tienes que llegar a tu destino a una determinada hora. Gente espera y el retraso no provoca sensaciones agradables. Así que decides invertir tus 13 minutos de ducha en otras tareas "indispensables". Total, te duchas luego, es una de las ventajas de la higiene diaria el no acumular excesivo sudor, polvo que nunca ha tenido vida, polvo que una vez la tuvo y demás enemigos del jabón.
Llegas a tiempo a tu cita, gracias a Dios, ya que las puertas de los trenes se van abriendo según pones tu pie en el andén adecuado. Tienes un día normal respecto a los actos realizados, pero especial por la gente con la que lo has pasado. Les quieres, son tu familia. El día avanza y llegas a casa. Ves a lo lejos a unos buenos amigos. Suizos, muy buena gente, divertidos y afables. Tras un saludo extraordinario ya que se evita usar el típico y vano "¿qué tal?" te comunican que en tu edificio no hay agua y no la habrá hasta la noche. Y mientras escribes estas palabras recibes el final de la historia. Piensas que no es tan importante, total, tampoco se usa el agua para tantas cosas y tres cuartos de día es aceptable.
Llegas al portal de casa y hay carteles anunciándolo. Entras en casa y el grifo de la cocina no te ofrece un mísero hilo del cristalino líquido. El grifo de la ducha resulta ser más avaro aún, y al descolgarlo una araña se lanza desde él al vacío cual amante de los deportes de riesgo. Su cuerda resulta ser más fina, pero de una calidad por encima de cualquier estándar internacional. Normas ISO a los atrópodos... psss.
Hmm, te pica la cabeza. Necesitas una ducha. ¿La necesitas? Empieza a hacerse indistinguible la paranoia de la realidad. Te conectas a internet y chateas con buenos amigos mientras revisas los heróicos actos de tu rey una y otra vez. Hmm, tienes que ir al servicio, tu vejiga parece quejarse. ¿lo necesitas? Hay cierta niebla para que seas capaz de distinguir. Así que vas al servicio... un día sin agua... el water... un water sin agua... Ah! es un receptáculo apenas higiénico sin el preciado bien. Has de ser precavido, no tiras de la cadena. Son aguas menores, puede que necesites el depósito que supones lleno, y digo supones porque no te atrevés a intentar averiguar la verdad por miedo a usarlo innecesariamente. No te olvides de escribir en un folio que no hay agua, para que tu compañero de piso, cuando llegue, no tire de la cadena sin percatarse.
Toca comer... hidratos de carbono que preparar sin agua... al menos no los de tu armario. Unos tomatitos... ah, que hay que lavarlos antes... Investigas en el frigorífico y ves restos de comida de otro día, al microondas y listo. Resulta que no era un problema tan difícil de solucionar. Acabas y los platos y cubiertos manchados de aceite... permanecerán en la pila. Bueno, son un par de platos... aunque será algo más difícil fregarlos mañana cuando estén los restos pegados. ¿Mañana? ¿Quién te garantiza tener agua mañana? Es hora de dejar de confiar tanto en las promesas ajenas...
Y duermes porque es uno de los mayores regalos de Dios.
Te despiertas y te sientes sucio. Quieres ducharte. Miras la tuberías con curiosidad pero resulta que su interior es territorio de saharauis. Probablemente sólo ellos o los pocos habitantes del Gobi podrían desarrollar su vida ahí dentro.
Tienes una botella de agua. Una única. Múltiples usos y destinos. Y tu obsesión se centra en el water. Puedes cocinar sin agua, puedes beber leche, pepsi, cerveza o cualquier otra cosa y te puedes duchar esta tarde en el gimnasio. Claro, si ellos tienen agua. Pero litro y medio no dan para emplearlos en renovar el agua del water. Segunda opción es el empleo en otra opción higiénica. Cuando has comido te has dado cuenta que las servilletas no son suficientes, que querías el líquido que una vez salió de entre las piedras para sentirte realmente limpio. Estando de acuerdo con tu compañero de piso has decidido su destino. Y el final de esta historia vuelve a cambiar. No te apetece ir al gimnasio pero vas a poder llenar alguna botella de agua y además te podrás duchar, el viaje merece la pena.
Llegas al gimnasio. Pasas la tarjeta. Entras en los vestuarios. Levantas la vista. El suelo de las duchas es verde. ¿Por qué lo ves tan claro? No hay mamparas para evitar las salpicaduras. Desvías tu vista hacia abajo e izquierda y ves una caja de herramientas. Miras un poco más a la izquierda y encuentras las mamparas apoyadas sobre la pared. Murphy. Sus simpáticas leyes. Su madre. Su padre. Su perro... Te vas. Qué decepción. ¿Vas a sudar extra y agregar más piedras a tu mochila? ¿Por qué no aparece por la puerta tu profesora de matemáticas 5º de EGB y te pellizca los mofletes? Puestos a joderte que te jodan de verdad.
Justo hoy te habías saltado la rutina de ducharte. Habrías ganado un día de "higiene".Un pájaro carpintero te dedica un redoble en tu hueso occipital. Pero tienes fuerza de voluntad, te quedas, entrenas, charlas con tu colega austriaco Ben sobre temas de la iglesia mientras el corre y tu haces mini descansos entre serie y serie en la máquina de dorsal. Comentáis la relevancia del agua. Que siempre pasa lo mismo con estas cosas. Que hasta que no te falta algo no le das la importancia que se merece. Él una vez estuvo durante dos semanas sin luz en casa porque la madre de la novia no pagó la factura de la luz. Los primeros días fueron duros pero luego mejoró la cosa, camping gas para preparar la comida y demás soluciones que le ayudaron a desarrollar su supervivencia.
Acabas y te encuentras en una situación incómoda cuando estás llenando dos botellas de agua en la fuente del gimnasio y una de las responsables pasa por tu lado. Piensas que tienes que hacer algún comentario. Justificarte. Siempre queremos justificarnos. Poca seguridad en nuestros actos. Lo haces, le hablas de Murphy y su familia y ella te comenta que la situación se ha arreglado una hora antes. Gracias a Dios. Yuhu. A pesar de ello, es bueno cubrirse las espaldas así que te llevas las botellas llenas.
Llegas a casa gritando a tu compañero de piso que te de una buena noticia. Está ocupado así que tu impaciencia te lleva a la cocina cual Héctor arrastrado por Aquiles. Pfff, malditas esperanzas. Sin ellas somos pasto de la autrodestrucción pero con ellas de la frustración. Sucio. Ahora puede que sea más verdad. ¿Qué tal las tuberías? Estás pensando en mandar un satélite, como la NASA a Marte, para averiguarlo.
Así que te vas de nuevo al ordenador, tienes que "revisar emails". Perder un poco el tiempo. Escuchas que tu compañero de piso ha decidido hacerse la cena. Va a tomar huevos fritos. Sigues a tu bola... ¿15 minutos haciendo huevos fritos? Porque el sonido es el del aceite burbujeando mientras frie. ¿lo es? Flash, la idea te ha cegado. En cuanto te recuperas, te levantas corriendo y miras el grifo. Se te había olvidado cerrarlo la última vez que lo revisaste y el agua con escasa presión cae sobre un plato rebosante de agua. ¡El infierno ha llegado a su final! Pero uno se entera durante su aprendizaje que es mejor nunca bajar la guardia así que llenas todo contenedor de agua a tu alcance.
Por fin ha vuelto. 10 horas sin agua pero "todo" llega a su final. Eres feliz. Ya te ves debajo de una catarata en un entorno paradisíaco donde las mariposas trazan corazones en el aire con su vuelo y el aroma de las flores que te rodean te embriaga hasta el éxtasis. Tu compañero de piso aprovecha para lavar los platos y tu para tomar tu tan anhelada ducha. La presión de nuestro apreciado bien es baja pero al menos consigue traérnoslo hasta casa. Gracias Dios por ello. Y te pones a escribir acerca de tu historia en un blog. Curiosa e interesante historia con muchos detalles y varias moralejas... Y el flujo se interrumpe de nuevo. Ni una gota cae. Pensabas que al final el bueno de la película se salvaba. Pero la vida tiene sus propios finales. En este caso, sólo los que se fijen y den cuenta de que hay más verdades que las evidentes podrán apreciar este final. Me pesa escribir una historia tan larga pero lo he disfrutado. Agradezco sinceramente si algun lector llega hasta la última línea.
Llegas a tiempo a tu cita, gracias a Dios, ya que las puertas de los trenes se van abriendo según pones tu pie en el andén adecuado. Tienes un día normal respecto a los actos realizados, pero especial por la gente con la que lo has pasado. Les quieres, son tu familia. El día avanza y llegas a casa. Ves a lo lejos a unos buenos amigos. Suizos, muy buena gente, divertidos y afables. Tras un saludo extraordinario ya que se evita usar el típico y vano "¿qué tal?" te comunican que en tu edificio no hay agua y no la habrá hasta la noche. Y mientras escribes estas palabras recibes el final de la historia. Piensas que no es tan importante, total, tampoco se usa el agua para tantas cosas y tres cuartos de día es aceptable.
Llegas al portal de casa y hay carteles anunciándolo. Entras en casa y el grifo de la cocina no te ofrece un mísero hilo del cristalino líquido. El grifo de la ducha resulta ser más avaro aún, y al descolgarlo una araña se lanza desde él al vacío cual amante de los deportes de riesgo. Su cuerda resulta ser más fina, pero de una calidad por encima de cualquier estándar internacional. Normas ISO a los atrópodos... psss.
Hmm, te pica la cabeza. Necesitas una ducha. ¿La necesitas? Empieza a hacerse indistinguible la paranoia de la realidad. Te conectas a internet y chateas con buenos amigos mientras revisas los heróicos actos de tu rey una y otra vez. Hmm, tienes que ir al servicio, tu vejiga parece quejarse. ¿lo necesitas? Hay cierta niebla para que seas capaz de distinguir. Así que vas al servicio... un día sin agua... el water... un water sin agua... Ah! es un receptáculo apenas higiénico sin el preciado bien. Has de ser precavido, no tiras de la cadena. Son aguas menores, puede que necesites el depósito que supones lleno, y digo supones porque no te atrevés a intentar averiguar la verdad por miedo a usarlo innecesariamente. No te olvides de escribir en un folio que no hay agua, para que tu compañero de piso, cuando llegue, no tire de la cadena sin percatarse.
Toca comer... hidratos de carbono que preparar sin agua... al menos no los de tu armario. Unos tomatitos... ah, que hay que lavarlos antes... Investigas en el frigorífico y ves restos de comida de otro día, al microondas y listo. Resulta que no era un problema tan difícil de solucionar. Acabas y los platos y cubiertos manchados de aceite... permanecerán en la pila. Bueno, son un par de platos... aunque será algo más difícil fregarlos mañana cuando estén los restos pegados. ¿Mañana? ¿Quién te garantiza tener agua mañana? Es hora de dejar de confiar tanto en las promesas ajenas...
Y duermes porque es uno de los mayores regalos de Dios.
Te despiertas y te sientes sucio. Quieres ducharte. Miras la tuberías con curiosidad pero resulta que su interior es territorio de saharauis. Probablemente sólo ellos o los pocos habitantes del Gobi podrían desarrollar su vida ahí dentro.
Tienes una botella de agua. Una única. Múltiples usos y destinos. Y tu obsesión se centra en el water. Puedes cocinar sin agua, puedes beber leche, pepsi, cerveza o cualquier otra cosa y te puedes duchar esta tarde en el gimnasio. Claro, si ellos tienen agua. Pero litro y medio no dan para emplearlos en renovar el agua del water. Segunda opción es el empleo en otra opción higiénica. Cuando has comido te has dado cuenta que las servilletas no son suficientes, que querías el líquido que una vez salió de entre las piedras para sentirte realmente limpio. Estando de acuerdo con tu compañero de piso has decidido su destino. Y el final de esta historia vuelve a cambiar. No te apetece ir al gimnasio pero vas a poder llenar alguna botella de agua y además te podrás duchar, el viaje merece la pena.
Llegas al gimnasio. Pasas la tarjeta. Entras en los vestuarios. Levantas la vista. El suelo de las duchas es verde. ¿Por qué lo ves tan claro? No hay mamparas para evitar las salpicaduras. Desvías tu vista hacia abajo e izquierda y ves una caja de herramientas. Miras un poco más a la izquierda y encuentras las mamparas apoyadas sobre la pared. Murphy. Sus simpáticas leyes. Su madre. Su padre. Su perro... Te vas. Qué decepción. ¿Vas a sudar extra y agregar más piedras a tu mochila? ¿Por qué no aparece por la puerta tu profesora de matemáticas 5º de EGB y te pellizca los mofletes? Puestos a joderte que te jodan de verdad.
Justo hoy te habías saltado la rutina de ducharte. Habrías ganado un día de "higiene".Un pájaro carpintero te dedica un redoble en tu hueso occipital. Pero tienes fuerza de voluntad, te quedas, entrenas, charlas con tu colega austriaco Ben sobre temas de la iglesia mientras el corre y tu haces mini descansos entre serie y serie en la máquina de dorsal. Comentáis la relevancia del agua. Que siempre pasa lo mismo con estas cosas. Que hasta que no te falta algo no le das la importancia que se merece. Él una vez estuvo durante dos semanas sin luz en casa porque la madre de la novia no pagó la factura de la luz. Los primeros días fueron duros pero luego mejoró la cosa, camping gas para preparar la comida y demás soluciones que le ayudaron a desarrollar su supervivencia.
Acabas y te encuentras en una situación incómoda cuando estás llenando dos botellas de agua en la fuente del gimnasio y una de las responsables pasa por tu lado. Piensas que tienes que hacer algún comentario. Justificarte. Siempre queremos justificarnos. Poca seguridad en nuestros actos. Lo haces, le hablas de Murphy y su familia y ella te comenta que la situación se ha arreglado una hora antes. Gracias a Dios. Yuhu. A pesar de ello, es bueno cubrirse las espaldas así que te llevas las botellas llenas.
Llegas a casa gritando a tu compañero de piso que te de una buena noticia. Está ocupado así que tu impaciencia te lleva a la cocina cual Héctor arrastrado por Aquiles. Pfff, malditas esperanzas. Sin ellas somos pasto de la autrodestrucción pero con ellas de la frustración. Sucio. Ahora puede que sea más verdad. ¿Qué tal las tuberías? Estás pensando en mandar un satélite, como la NASA a Marte, para averiguarlo.
Así que te vas de nuevo al ordenador, tienes que "revisar emails". Perder un poco el tiempo. Escuchas que tu compañero de piso ha decidido hacerse la cena. Va a tomar huevos fritos. Sigues a tu bola... ¿15 minutos haciendo huevos fritos? Porque el sonido es el del aceite burbujeando mientras frie. ¿lo es? Flash, la idea te ha cegado. En cuanto te recuperas, te levantas corriendo y miras el grifo. Se te había olvidado cerrarlo la última vez que lo revisaste y el agua con escasa presión cae sobre un plato rebosante de agua. ¡El infierno ha llegado a su final! Pero uno se entera durante su aprendizaje que es mejor nunca bajar la guardia así que llenas todo contenedor de agua a tu alcance.
Por fin ha vuelto. 10 horas sin agua pero "todo" llega a su final. Eres feliz. Ya te ves debajo de una catarata en un entorno paradisíaco donde las mariposas trazan corazones en el aire con su vuelo y el aroma de las flores que te rodean te embriaga hasta el éxtasis. Tu compañero de piso aprovecha para lavar los platos y tu para tomar tu tan anhelada ducha. La presión de nuestro apreciado bien es baja pero al menos consigue traérnoslo hasta casa. Gracias Dios por ello. Y te pones a escribir acerca de tu historia en un blog. Curiosa e interesante historia con muchos detalles y varias moralejas... Y el flujo se interrumpe de nuevo. Ni una gota cae. Pensabas que al final el bueno de la película se salvaba. Pero la vida tiene sus propios finales. En este caso, sólo los que se fijen y den cuenta de que hay más verdades que las evidentes podrán apreciar este final. Me pesa escribir una historia tan larga pero lo he disfrutado. Agradezco sinceramente si algun lector llega hasta la última línea.