Evangelio puro y duro

miércoles, marzo 26, 2008

Y me repito pero es que es una evidencia abrumadora en mi vida. Dios es mi fortaleza, mi refugio, es el que me conforta, me cubre con sus alas, toma mis cargas, me guía, me enseña sus perfectos caminos y aunque permita que tropiece de vez en cuando me ofrece dulcemente su suave mano.
¿Qué sería de mi vida sin estar al amparo del Altísimo? Nada sino un pesado caminar, cargado de grandes pesos que doblarían mi columna vertebral hasta un caminar en 90º, levantando a duras penas mis pies sumergidos en el fango, no viendo el sol porque la oscuridad cubriría todo a 30 centímentros de mis ojos, escuchando un pitido estridente interminable parecido al crujir de dientes, oliendo el resultado de la podredumbre de los cuerpos en el camino que cayeron antes de mí y mascando y saboreando la más agria y espesa saliva.
Pero Dios, por medio de su hijo Jesús obró el milagro del sacrificio en la cruz y posterior resurrección. Y ahora soy libre. Porque Jesús hizo ese sacrificio por mí y por ti, para que seamos libres, que tengamos vida eterna y dejemos de estar atados a las odiosas cadenas de este mundo. Y ya no necesitamos odiar a nuestro hermano, ni envidiarle, ni insultarle, ni robarle o mentirle. ¿Entonces qué? Pues amarle, ayudarle, ser sincero, cuidarle, honrarle, animarle, compartir...
Ahora mi caminar está marcado por el consejo contínuo del Todopoderoso, el cual abre las puertas necesarias, y yo miro al cielo, a mi Dios, mi Rey, mi Señor, mi prioridad absoluta y el responsable de cada pequeño éxito que tengo en mi vida para intentar agradarle en cada pequeño detalle. ¿Mi referencia? Su palabra, la Biblia. ¿Mi conciencia? El Espíritu Santo ¿Mi ejemplo y el responsable de todo? Jesucristo



"A ti la Gloria, a ti el Honor, a ti la Alabanza y mi Adoración"

posted by danifres at 17:50 | Artículo | 0 Comentarios

No más yo sino Él en mi

jueves, marzo 13, 2008

No soy yo ni es mi fuerza. No es mi inteligencia y no es mi simpatía. No es mi cortesía ni mi oportunismo. No es mi suerte ni mi audacia. No mi resistencia, no mi velocidad, no mi memoria ni el tamaño de mis neuronas. No soy yo. No es mi cuerpo. No es mi espíritu. Ni siquiera es mi alma. No mis genes ni el producto de esfuerzo y dedicación. No una serie de coincidencias encadenadas. No la mezcla de los elementos adecuados en el momento y lugar preciso. No es la tecnología y menos aún los recursos disponibles. ¿Mi ropa, mi cara, mi cuerpo, mi color de ojos, mi tono de voz o mi mirada? No. ¿Una equivocación? No.

Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios.


Porque no confiaré en mi arco,
Ni mi espada me salvará;

Porque como dice David en su Salmo 44, es el Señor mi Dios quien me hace superar toda adversidad, quien me abre toda puerta y quien destruye a mis adversarios. Me da sabiduría en los momentos de necesidad y susurra dulces palabras de orientación a mi oído. Toda batalla grande o pequeña en mi vida es vencida por medio de Él y para Él. Porque yo no soy nada sin Él. Porque es mi Dios y yo su siervo por la eternidad. Porque hizo el mayor sacrificio por mí y merece ser honrado sin condiciones hasta el final. Jesús, mi Rey.



posted by danifres at 23:38 | Artículo | 3 Comentarios